CAPITULO 5: ¡Qué descarado!

Al llegar a mi casa me metí directamente en el baño, eran las siete y cuarto y no quería llegar tarde a mi cita. Después de ducharme fui a mi cuarto, abrí el armario y mire fijamente la ropa. Debía escoger algo que no fuera muy arreglado pero que me sentara bien, claro. Al final opte por unos pantalones cortos de tela vaquera muy clara, una camiseta sin mangas algo larga en color amarillo y los botines NIKE que el otro día me había comprado mi padre. Me maquille ligeramente, me eche colorete de forma discreta y me pinte con cuidado la raya superior, que agrando mis ojos marrones. Me pase la plancha por el pelo, para conseguir alisar las ondas naturales de mi larga melena oscura.
Cuando termine de arreglarme el reloj marcaba las nueve menos diez. Cogí mi bolso marrón y traspase todas mis cosas del verde caza que había utilizado esa misma tarde para salir con mis amigas. Volví a mirar el reloj, faltaban siete minutos. No iba a llegar puntual, así que me senté en el sofá y encendí la televisión, sintonice en la emisora musical. Empecé a escuchar la canción que sonaba, no era muy buena, una chica francesa intentaba con todo ahínco poner un acento sevillano a una letra de español dudoso y acompañada por una música poco armónica basada en un solo de guitarra en la parte inicial que pasaba a un estruendo de batería en la segunda parte y en la final volvía al ritmo inicial de guitarra. Después de esta mezcla entre el francés y el castellano apareció un rapero arrítmico que quería dar a entender su malestar con la sociedad.
Gracias a Dios acabada esta canción ya habían pasado ocho minutos, mire por la ventana y me encontré con la sorpresa de que Rafa me estaba esperando subido en su maravillosa moto. Me mire en el espejo de la entrada comprobando que todo estaba perfecto, el pelo, el maquillaje, la ropa. Sí, todo perfecto.
Baje por las escaleras despacio, cuando llegue a la planta baja salí por la puerta de forma despreocupada, mirando en todas direcciones como si no supiera donde estaba, cuando lo mire puse cara de asombro y aceleré mi paso para llegar cuanto antes a donde él estaba.
-Hola.- salude discretamente.
Se quito el casco y acerco su cara a la mía para besarme, yo le deje que comenzara pero cuando note que empezaba a abrir la boca me aparte.
-¡Eh! Que mi padre debe estar a punto de llegar. Vamos.
El me contesto con una ligera risa y me pasó el segundo casco. Me lo puse y me subí a la moto, agarrándome muy fuerte a Rafa y apretando los ojos. Al sentir que la moto estaba parando volví a abrir los ojos.
-¿Dónde estamos?- pregunte.
-En mi campo.
Mire en todas direcciones, la casa era bastante grande, con un jardín delantero muy bonito y al lado izquierdo una piscina muy limpia.
-¡Um! Si hay piscina. Pues no me he traído el bikini.
-No te hace falta, nos bañamos desnudos ¿no?- sugirió con una mirada pícara.
-¡No! Ni te lo creas, ya me estás dando un bañador de tu madre o de tu hermana porque si no te vas a bañar tu solito.- Le conteste dándole un beso en la comisura del labio.
-Yo hago lo que tú me digas. Vamos.- dijo arrastrándome dentro de la casa.
Entramos corriendo, casi no pude ni verla. Fuimos directamente al cuarto de su hermana Sofía, una habitación muy infantil en color rosa con los muebles en blanco. Él fue directo a una cómoda situada en frente de la cama, abrió el segundo cajón y saco un bikini violeta de triangulo con bolitas naranjas y plumitas blancas en los cordones de la braguita y la parte de arriba.
-¿Este te gusta?
-Sí, pero me lo tengo que probar. ¿Dónde está el baño?
-Hay al lado.
Le cogí el bikini y me metí en el baño. Me quite la ropa, gracias a Dios estaba depilada. El bañador era algo escaso, sobre todo la braga, pero ese color me quedaba bastante bien. Salí del baño y allí estaba él.
-¿Qué tal me queda?- pregunte.
-De maravilla.
-Pues vamos a bañarnos que hace mucho calor.- sugerí.
-Estoy de acuerdo.- repuso.
Salí de la casa seguida por Rafa que se iba quitando la camiseta. Cuando estábamos cerca de la piscina salió a correr y se tiro de cabeza, luego me llamo para que me metiera con él, a mi me apetecía bastante asique me tire de bomba, cayendo a su lado y salpicándole. Empecé a reír al ver su cara de tonto después de salpicarle. Me abrace a él entrelazando mis brazos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su cintura. Me seguía riendo, no podía dejar de reírme. Estaba feliz. Le di un pico y luego otro, y otro, y otro, hasta que quito una de sus manos de mi cintura para sujetarme la cara y acercarla a la suya. Al besarme volví a sentir ese algo que se removía en mi estomago, el ardor de mis labios cada vez más intenso y ese olor que de nuevo no podía hacer que entrase en mi, volví a intentarlo con todas mis fuerzas, pero ahora no termino el beso, continuo y se convirtió en lo más intenso que había vivido, pero el olor fue desapareciendo y volviendo a aparecer, pero siempre sin llegar a entrar en mi.

Después de estar en la piscina un rato haciendo el tonto nos salimos, ya era muy de noche. Me seque con una toalla de Hello Kits mientras él metía una pizza en el horno, cuando ya estaba un poco seca entre en la casa para ayudarle. Cenamos en el porche al lado de la piscina en una mesita de madera.
Al terminar de cenar se tumbo en el suelo y yo me eche a su lado.
-Oye, tengo que preguntarte una cosa.- dije mirándole para ver su reacción, seguro que sabía a qué me refería.
-¿Qué?- dijo sin inmutarse.
-¿Tú… tú no tenías una novia, o algo así?- fui al grano.
-Sí, bueno… algo tenía.
-Ese “bueno” no ha sonado muy bien.
-Es que ella se ha ido a vivir a Madrid, así que hasta que yo no me vaya en septiembre no tenemos nada.
-Ah. ¡Oye! Llévame a mi casa. Que ya es muy tarde.- dije mostrando un poco mi enfado.
-Vale.
Contestó indiferente. ¡Será imbécil! No se da cuenta de que me molesta que diga tan descaradamente que lo nuestro es un rollito de mierda. Podría haberme mentido.