sábado, 19 de septiembre de 2009

CAPITULO 9: Llegada.


Sentada en mi asiento con el libro encima de las piernas, escuche a la azafata decir que dentro de quince minutos iba a comenzar el aterrizaje. Guarde el libro y mire al chico que estaba a mi lado, me dirigió una sonrisa tranquilizadora a la que correspondí de la misma forma.
-¿Primer viaje?- pregunto con una voz muy grave que no se asociaba a su físico.
-Tan largo, sí. Lo más lejos que he ido es a Paris. Un poco deprimente ¿no?
-No, esta bien. Cuántos años tienes, dieciocho.
-No, dieciséis.- conteste con una sonrisa y bajando la mirada, que vergüenza.
-Que no te de vergüenza, ojala yo tuviera dieciséis. Jaja…- soltó una carcajada.
-¿Tan mayor eres qué añoras los dieciséis?- pregunte con una sonrisa un poco burlona.
-Bueno con treinta y dos ya tienes una vida muy hecha, ¿no te parece?
-Sí, bastante. Pero sabes, pareces más joven.- afirme- ¿Y por qué vas a Seattle si tienes la vida tan bien hecha?- pregunte de forma indiscreta aunque el no se lo tomó a mal.
-Al quince aniversario de la muerte de un amigo mío.- respondió sin darle importancia.
-Ou… lo siento.- me gire y mire al frente intentando borrar la última frase de la conversación.
-No te preocupes, no pasa nada. ¿Y tú por qué vas a Seattle?
-Bueno porque el curso pasado me quedaron un montón, todas recuperadas eh…, pero eso a mi padre no le sirve y dice que es mejor que venga aquí con mi madre para mejorar el inglés y que no me entretenga en las clases.-me anime a contarle después de su contestación.
-Oo… muy interesante.- comento entre risas.
-¿Qué te hace tanta gracia?- pregunte otra vez avergonzada.
-Me hace gracia tu naturalidad, me recuerdas a mi sobrina.
-Uh… me ha encantado tu piropo.- dije irónica.
-Jaja… me alegro.
Escuchamos a la azafata decir que el aterrizage iba a comenzar, nos pusimos los cinturones y esperamos a que se formulara. De nuevo escuche la voz de la azafata aclarando que ya había terminado que podíamos irnos. Recogí mis cosas y salí del avión. Nada más llegar a donde se recogían las maletas vi a una señora rubia, ojos verdes, nariz fina y labios gruesos de cuarenta años de edad, bastante delgada de unos 167 cm de altura. Vestía unos vaqueros oscuros, una cazadora negra impermeable y unas botas de montaña en verde caza, agitaba el brazo como una loca, mi madre. Ande de forma rápida hacia ella y le di un abrazo. No de forma muy intensa pero ella creyó que lo hacía con todas mis ganas.
-¿Qué tal esta mi hijita?- pregunto mientras me daba un beso en la frente.
-Bien. Un poco cansada del viaje.-explique.
-Claro, es un viaje muy largo.- dijo mientras me tocaba el pelo con cariño.- pero te tengo que presentar a alguien. Mira este es John.
Dijo señalando a un hombre de unos cuarenta y cinco años, con pelo canoso aunque abundante, nariz prominente, ojos marrones, labios finos y un tono de piel pálido. Vestía muy formal con traje a rayas diplomaticas en gris, corbata lisa en color rojo, zapatos negros y un maletín de oficina en la mano izquierda. Me acerque a el y le di dos besos, uno en cada mejilla a lo que correspondió con cara de extrañeza.
-Es española.- le aclaró mi madre entre risas.- Ah Helen, no te preocupes que normalmente no va tan arreglado pero es que a coincidido que salía del trabajo cuando le he llamado para venir a por ti. Vamos al coche.
Me cogió la maleta de la mano y me colocó la otra mano en la espalda para irme indicando por donde teníamos que ir. Nos paramos en un todoterreno de ciudad en gris marengo metalízado, que aparentaba ser bastante nuevo. Ayude a colocar la maleta en el capot y siguiendo la indicación de mi madre me metí en la parte trasera. Llegamos a la civilización pasado un rato.
-¿En qué parte de la ciudad vivís?
-Bueno, vivimos en el centro más o menos hasta que encontremos una casa más grande.- aclaró John.
El coche siguió andando hasta que se paró en frente de un bloque de pisos blanco, no muy alto.
-Aquí es.- dijo mi madre con una sonrisa.
Esta vez fue John quien cogió la maleta, mientras, mi madre llevaba su maletín y me comentaba que iría a un instituto no muy grande que estaba bastante cerca, pero que ella me llevaría en coche. Entramos en el apartamento, encontrándome con un pequeño holl con las paredes en blanco azulado, una comoda en madera antigua y un parque en un tono de madera oscuro cubierto por una alfombra en tonos verdes y marrones. Luego entramos en el salón, pintado en el mismo color, pero esta vez los muebles eran de un estilo mas moderno y de madera más clara, los sillones eran blancos a conjunto con el cojín de las sillas y los marcos de las fotos que colgaban de la paredes en las que se podían ver a mi madre y a John en diferentes partes del mundo y una, la más grande, los retrataba el día de su boda. Después de que John me explicase de donde era cada foto, me enseñaron la cocina con los muebles en blanco y azul, con los baldosines en estos mismos colores colocados aleatoriamente. Les pedí un vaso de agua antes de que me guiaran hasta su cuarto, de un estilo moderno basado en la mezcla de la madera como material principal en los muebles y el metal para los detalles, las sabanas eran de tonos naranjas con varios cojines colocados en escala de color, desde su cuarto salimos a una pequeña terraza con una mesa y dos sillas de mimbre. Mi madre aclaro que cenaban allí cuando el cielo estaba despejado. Por último me enseñaron mi habitación, pintada en un color rosa muy claro, los muebles eran de madera en un tono claro, no estaba muy adornada, solo estaba la cama, situada al lado de la ventana, una mesa de estudio con un estante para colocar un ordenador, una estantería con los que suponía que eran mis libros escolares de ese año y un armario enorme de puertas correderas que ocupaba toda una pared. Las sabanas de la cama era a rayas de colores que iban del lila más cercano al negro al mas cercano al rosa, también adornada con cojines colocados a escala de colores.
-Bueno te dejo aquí la maleta para que lo coloques todo.-dijo mi madre mientras salía de la habitación.
Abrí el armario, estaba vació, ni un cajón ocupado, todo ese espacio era sólo para mí. Tumbe la maleta encima de la cama y empeze a colocar la ropa en las perchas de colores que colgaban de la barra del armario. Saqué el portátil y lo coloqué en la mesa, iba a conectarme pero en España era muy tarde. De repente mi madre abrió la puerta.
-¿Cariño quieres comer algo? John y yo ya hemos cenado.
-¿Ya habéis cenado?- pregunte asombrada.
-Sí cariño, estamos en América.- contesto de forma cariñosa.- Por cierto tengo que darte una cosa.
Salió de la habitación corriendo y volvió con las manos llenas de bolsas, que según parecía eran de ropa. Vaya en dos días iba a renobar el armario. Sacó una cazadora como la que ella llevaba al ir al aeropuerto, dos camisas de estanpado a cuadros, una en color rojo y negro y la otra en gris.
-Estas camisas son la última moda aquí, ¿son chulas, verdad?- comento con una sonrisa de oreja a oreja. Estaba feliz de que estuviese allí con ella.
Sacó otra cazadora, esta más gruesa y de cuero negro. Tres jerseys con escote en triángulo en rosa, amarillo y gris. Una bandolera gris para el instituto. Y por último saco de una bolsa dos cajas de zapatos.
-Mira te he cogido un par de tacones por si, no se, algún día te apetece arreglarte. Ya me entiendes.
-Sí.- reconocí avergonzada.
Saco unas botas gris marengo que llegaban por debajo de la rodilla con un taconazo impresionante. Luego me enseño unas sandalias negras con ribetes plateados por las cintas delanteras y por el tacón.
-¡Ah!- grite al ver las sandalias.- no me lo puedo creer, son chulísimas y van perfectas con un vestido que me compre el otro día para noche vieja.
-Me alegra que te gusten, pero espero que las estrenes con este vestido.- sonrió sacando la prenda de una bolsa lila.
Saco un vestido de noche en color negro muy ceñido, corto, con una franja de lentejuelas negras con reflejos plateados cada 10 cm de tela. Me encanto, era espectacular.
-Oh… ¡gracias! Me encanta, pero ¿cuando me lo voy a poner?
-No se hija, ya surjirá alguna ocasión.
Me ayudó a recoger todo lo que me había regalado y lo que seguía en la maleta. Al final no había sobrado mucho hueco en el armario. Ya eran las díez de la noche, estaba matada con el cambio horario, me puse el pijama bebí un vaso de leche con pastas que me ofreció John y me fui a la cama. Ese había sido un día muy largo aunque no tan incomodo y desagradable como pensaba que iba a ser. En realidad, había sido un buen día.

P.D. Me gustaría que leyeseis mi petición. Muchas gracias por seguirme y comentar porfavor.
1BESAZO.

2 comentarios:

  1. oh! que chulo que su mama le hay aregalado eso jaja yio quiero esa ropa XP...jajja pues buenop e gusta tu blog, espero que postees pronto besos, cuidate

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  2. hola!! =) te sigo! jeje y sobre la petición, lo del botón ese, sk no sé ni para qué sirve =S lo siento, a ver si alguien te contesta, pasate x mi blog =) xau bss!!

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